Lo Que Enseñamos
DIOS
Enseñamos que no hay más que un Dios vivo y verdadero (Deuteronomio 6:4; Isaías 45:5–7; 1 Corintios 8:4), un Espíritu infinito, que todo lo sabe (Juan 4:24), perfecto en todos sus atributos, uno en esencia, existiendo eternamente en tres personas Padre, Hijo, y Espíritu Santo (Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14) iguales en esencia, y a la vez distintos en personalidad y función (Éxodo 20:2-3; Mateo 28:19). Mereciendo adoración y obediencia cada uno por igual.
LA PALABRA DE DIOS
Enseñamos que la Biblia es la revelación escrita de Dios al hombre, y de esta manera los sesenta y seis libros de la Biblia que nos han sido dados por el Espíritu Santo constituyen la Palabra de Dios plenaria (inspirada en todas sus partes por igual) (1 Corintios2:7–14; 2 Pedro 1:20–21). Enseñamos que la Palabra de Dios es una revelación objetiva, proposicional (1 Tesalonicenses 2:13; 1 Corintios 2:13), verbalmente inspirada en cada palabra (2 Timoteo 3:16), absolutamente inerrante en los documentos originales, infalible, más segura y exhalada por Dios. Enseñamos que la Biblia es nuestra única autoridad suprema de regla de fe y práctica (2 Timoteo 3:16-17).
LA SALVACIÓN DE DIOS
Enseñamos que la salvación es totalmente de Dios por gracia basada en la redención de Jesucristo, el mérito de su sangre derramada, y que no está basada en méritos humanos u obras (Juan 1:12; Efesios1:7; 2:8–10; 1 Pedro 1:18–19)
Enseñamos que la salvación de Dios nos libró de la pena del pecado, nos libra del poder del pecado, y nos librará de la presencia del pecado (2 Corintios 1:9-10).
LA IGLESIA DE DIOS
Enseñamos que la iglesia que Jesucristo estableció fue una iglesia local, autónoma, soberana, y que consiste en una congregación de creyentes bautizados bajo el nuevo pacto de gracia, y congregan para cumplir la gran comisión. (Hechos 2:41-47; Mateo 28:19-20).
Enseñamos que el principal propósito de la iglesia local es dar la gloria y honra al Señor Jesucristo, buscando vivir en su luz, anunciando sus palabras de vida eterna, caminando en sus sendas, y esperando en todo momento en su maravillosa obra redentora. (Efesios 3:21, Isaías 2:1-2).